La historia de Isolina Jaime Costa, conocida en la familia como Nita, es una historia muy particular. Nita era hija de Dora Costa Artucio, nieta por lo tanto de Isolina Artucio, hermana de mi abuelo.
Nita decidió en su juventud ser monja, cosa que irritó mucho a su abuelo, el Dr. Costa Irigoyen, hombre de que tenia cierta fortuna de importancia en la época. Según cuentan, su abuelo le ofreció a Nita lo que fuera con tal de que no entrara al convento, pero ella no le hizo caso, y su abuelo prometió desheredarla. A tal punto llegaba su enojo que en sus ultimos momentos, el viejo se casó con la enfermera que lo cuidaba, para que esta heredara su fortuna y con el compromiso de que no le entregara nada a su nieta.
Nita se hizo monja y estuvo un tiempo en el convento de San Ramón, en Uruguay, cerca de Montevideo. Recuerdo que una vez la visitamos allí con mi familia, era una persona muy agradable, y durante un tiempo mantuvimos correspondencia con ella. En el ultimo viaje que hicimos con mi padre a Uruguay, la tía Antonia nos contó que a Nita la habian trasladado a un convento en Córdoba (Argentina).
Parece ser que de Córdoba después fue trasladada a San Juan donde su vida tuvo un cambio brusco. Allí en San Juan, Nita conoció a Fernando Herrera, que por ese entonces era obispo, y se enamoraron. A tal punto era verdadero ese amor, que ambos decidieron abandonar los hábitos y casarse. Después de casarse se trasladaron a Mendoza y se radicaron en la ciudad de Godoy Cruz, donde tuvieron un hijo, aproximadamente en el año 1974, llamado también Fernando Herrera, y por lo que me fue informado, de profesión psicologo.
Hace ya unos años falleció Fernando Herrera y Nita, de acuerdo a lo que me informó otra miembro de la familia, seguía viviendo en Godoy Cruz, pero estaba delicada de salud, por lo tanto no se si todavia vive.
Su hijo se había casado, también con una psicologa y tenia su familia.
Finalmente, aquella vocación contra la que nada pudo hacer su abuelo fue derrotada por el amor. Nita perdio la herencia de su abuelo pero al final ganó una familia. Su sacrificio al final tuvo su recompensa.
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